Los avances en energías renovables y vehículos eléctricos están aumentando la demanda de baterías, que no siempre son sostenibles, pero un grupo de científicos estadounidenses ha encontrado una solución en los caparazones de cangrejo.
Es una batería sostenible hecha de zinc y un electrolito biodegradable extraído de caparazones de crustáceos.
Las baterías utilizan electrolitos para transportar iones entre electrodos con carga positiva y negativa, que pueden ser pastas líquidas o geles, y muchas utilizan productos químicos inflamables o corrosivos.
Además, los separadores de polipropileno y policarbonato, ampliamente utilizados en las baterías de iones de litio, tardan cientos o miles de años en degradarse y aumentar la carga ambiental, según Binghu Liang de la Universidad de Maryland y coautor del estudio.
El equipo afirma que una nueva batería podría almacenar energía de fuentes eólicas y solares a gran escala utilizando un electrolito similar a un gel hecho de material biológico de quitosano. Las paredes celulares de los hongos, los exoesqueletos de los crustáceos y las plumas de los calamares producen quitina. El quitosano se deriva de exoesqueletos de crustáceos. Este compuesto orgánico se encuentra en la mayoría de los desechos orgánicos producidos por crustáceos como langostas, cangrejos y camarones. Se puede conseguir fácilmente a partir de desechos de mariscos.