Que en el Barça van todos a una es una evidencia que Ronald Koeman confirmó tras poner fin a una bonita racha ante el Sevilla. En una noche delicada, con jugadores muy señalados como Umtiti, el técnico holandés salió en defensa de sus jugadores. Reivindicó su partido en el Pizjuán, resaltó el desgaste realizado en este inicio de año y ejerció de escudo ante las posibles críticas que vendrán en los próximos días. Donde antes había pequeños dardos a sus futbolistas, ‘recados’ buscando una reacción, ahora hay halagos y una defensa a ultranza. El discurso ha cambiado.
La sinceridad es una cualidad que ha presidido cada una de las comparecencias ante los medios del entrenador del Barcelona. A comienzos de temporada, Koeman criticó la falta de efectividad. Tras el partido ante el Sevilla, elogió la creación de tantas oportunidades.
En tiempos pasados, Koeman se quejó de la falta de actitud del equipo en determinadas fases de los partidos. En la sala de prensa del Pizjuán, el holandés aseguró que el desgaste físico de sus jugadores le había «impresionado».
A nivel individual, Koeman dejó claro en determinados momentos a algunos jugadores que no estaba contento con su rendimiento. De Dembélé dejó entrever que no jugaba por le faltaba compromiso defensivo e incluso, en las primeras semanas, dejó abierta una pequeña puerta a su salida. En cuanto a Pedri o Riqui Puig -el primer cambio hoy- llegó a insinuar que quizá debían buscarse equipo porque tendrían complicado tener minutos. Se quejó de la falta de eficacia de Griezmann o reclamó mayor peso en el juego de Frenkie De Jong.
Una actitud ‘Cruyffista’
En Sevilla, Koeman siguió la línea de las últimas semanas y salió en defensa de cualquier jugador señalado por algún error concreto. Y Umtiti no fue una excepción. «No es justo ir a por Umtiti», sentenció.
Es el nuevo estilo del holandés, que recuerda a la actitud de Johan Cruyff durante su etapa en el banquillo azulgrana. El técnico que cambió la historia del Barça en los 90 también ofreció un cambio de rumbo parecido. Pasaba de la crítica al elogio, a la defensa, en un largo proceso en el que se adhería al vestuario con el fin de fortalecer esa sensación de unidad en el equipo.