Normalización de la corrupción en la sociedad ecuatoriana

La pandemia de Covid-19 no termina no sabemos con fecha fija cuando esto acabara, pero aún se sigue escuchando en tiempo de este virus como la corrupción, sigue expandiéndose, como un serio cáncer social de índole estructural que sobresalta al manejo del presupuesto Estatal y a la buena distribución de las riquezas que muchos gobernantes como sanguijuelas se nutre de la teta del Estado ecuatoriano y como gangrena enferman y acrecientan esta problemática. Es aquí donde se lanza tres preguntas a la sociedad ecuatoriana:

¿Cuál es la primordial motivación para que muchos lleguen a ocupar cargos políticos, con un conjunto de pus de corrupción llenos de compadrazgos, donde los mismos gobernantes ve como enriquecimiento trabajar en la política, tantos rateros ocupando puestos en el Estado ecuatoriano?

¿Por qué la corrupción continúa existiendo como uno de las transcendentales cuestiones en nuestra sociedad ecuatoriana y en el resto del mundo, si prevalecen e imperan diferentes leyes estatales y administrativas que vigilan por ejercer un buen control de la corrupción y concurre una clara repercusión por parte de los ciudadanos ecuatorianos? ¿Cómo subsiste la corrupción al rechazo extendido de la opinión pública de la sociedad ecuatoriana?

Actualmente me doy cuenta que las respuestas a estas preguntas no son tan sencillas, varias entidades fiscales de control de la corrupción, están siendo maniobradas por operadores de justicias corruptos, cuyo cometido es blindarse. Existen entidades de justicias a cargo de proteger y amparar los derechos e intereses de la población ecuatoriana, que están siendo operadas por elites de poder con intereses egoístas; continúan consiguiendo beneficios y no hacen comparecer ante la justicia ecuatoriana a muchos ladrones encorbatados.

Esto se da por la falta de ética y honradez, se atribuye la realidad de sus derivaciones sociales. Es difícil dar respuesta a estas preguntas, puesto que se ha normalizado esta palabra en las familias ecuatoriana, al dar al vigilante del al CTE para las colas, un dinerito para acelerar un proceso burocrático inclusive para obtener un puesto de trabajo y es una realidad palpable que también se ven en la gente de los altos cargos en Estado, no es solamente la inmoralidad de echar la mano en la caja del presupuesto estatal, sino que el capital de las arcas públicas debe consignarse a las obras publicas para la construcción de un Estado soberano y de derecho. Si el presupuesto público se utiliza a favor de unos pocos, desamparará a muchos ecuatorianos y dejará de destinarse a los bienes comunes de toda la sociedad.

La corrupción está presente en la sociedad ecuatoriana desde las primeras filas de Estado. Los casos de corrupción que distinguimos en el día a día apuntan que, en lugar de mejorar como sociedad ecuatoriana, hemos retrocedido como sociedad. La corrupción aún sigue en vigor como un cáncer que crece; la acumulación de riquezas para los corruptos es sinónimo de decencia, la pobreza de vergüenza y la rectitud, de aversión

 Hay personas que no se resignan a institucionalizar y normalizar la ilegalidad y el saqueo de las arcas del Estado ecuatoriano son perseguidas, destituidas de sus trabajos, intimadas, oprimidas, rechazadas y apartadas, tolerando los resultados de las venganzas al estilo de las organizaciones criminales mandada por las grandes elites a acallar aquello que vela por una sociedad mejor. Frente a este cáncer social de corrupción en el Ecuador y las confabulaciones de interés es ineludible pelear por la justicia. No cabe otra opción que evidenciar cada acto de corrupción y destapar la olla de grillo detrás del saqueo estatal que sufre nuestro país y trabajar juntos y juntas por aniquilar con la impunidad para que cada dólar se destine a la construcción de un Estado del bienestar.

En conclusión, nuestra nación ecuatoriana no puede permitirse ni un solo caso más de corrupción. Puesto que se ve el sentimiento de impotencia en muchas personas ante tantos corruptibles puede y debe ser suplantado por el desprecio total a este tipo de comportamientos y proceder surge la necesidad devolverle la dignidad a la palabra política por parte de la gente que es el arte de servir a los demás. Si la palabra política no le devolvemos la dignidad nosotros como ecuatorianos.  Hay que ser veedores de que nuestros gobernantes administren bien el Estado, puesto que es la mejor salvaguardia de liquidar con el saqueo de las arcas públicas como forma de la praxis de la política.  De tal modo que si no lo hacemos nos estamos jugando la seguridad jurídica del Estado, el bienestar común, la buena distribución de las riquezas y el progreso social. Por eso es imperioso extirpar este cáncer de la corrupción.

Redactor: Ronnie Rolando Perez Arreaga